viernes, 4 de febrero de 2011

"Inspectores y directores" (preciós article de Jaime Martínez Montero, inspector d'Educació)

Adjunt us escrivim literalment un petit article que un inspector d'Educació andalús ha escrit recentment i ha arribat a les nostres mans. Paga la pena llegir-lo i pensar bé en el seu contingut. Veritablement és preciós i dóna llum a la funció inspectora i, sobretot, a la nostra vital feina docent i/o directiva, sovint maltractada i "ninguneada" per molts: pares/mares, professorat, la mateixa Inspecció, direccions generals, premsa, etc. Amb la confiança que us animi l'esperit i ens faci a tots més persones, aquí el teniu:

                                              INSPECTORES Y DIRECTORES

"Como primera consideración, tengo que subrayar los vínculos tan estrechos que
se establecen entre los inspectores y los directores de los centros. Somos los terminales
de las dos partes del sistema. Si se me permite la imagen, semejamos a las dendritas de
dos neuronas que, sin estar juntas, posibilitan y encauzan la transmisión de la corriente
nerviosa para que cada órgano, cada estructura, pueda cumplir la parte de su trabajo. No
quiero que nos hagamos excesivas ilusiones sobre la capacidad real que tengamos de
arreglar los problemas o de influir en la realidad. Pero algo sí podemos hacer.
En la conexión que se desprende de la proximidad aparece la primera
virtualidad. Nos personalizamos mutuamente. Los inspectores ponemos rostro, alma, a
los centros en su relación con la Administración, con Delegación, con Sevilla. La
Consejería y la Delegación tienen muchos brazos y muchas cabezas, cientos y miles de
centros a atender. No sólo guiamos y encauzamos a través de esos laberintos. También
trasladamos los problemas, las peticiones, las necesidades, contextualizándolos,
subrayando el aliento y los afanes humanos que llevan detrás, poniendo de manifiesto
todo aquello que lo hace salirse de lo que es mero trámite, número, rutina del
procedimiento. Esta cuestión no es ni sencilla ni pequeña, y es un aspecto en el que los
inspectores nos esforzamos. Los directores personalizan a la Administración: dan
sentido y contextualizan la información que les llega, subrayan el significado que una
norma o una medida alcanza para su centro, hacen el pequeño milagro de que
disposiciones o medidas tomadas para cientos o miles de ellos se individualicen, se
acepten, encajen y surtan sus efectos en la célula concreta y particular de cada colegio y
de cada instituto.
De la norma legal se puede decir como de la vejez: tal vez no sea buena, pero la
alternativa es peor. La alternativa es aplicarla o no aplicarla en unos casos sí y en otros
no, o sustituirla por el criterio o el capricho del que mande en cada momento. La norma
debe ser una garantía. Gracias a ella conocemos los deberes que hemos de cumplir, y no
nos los pone nadie. Ella recoge nuestros derechos, de cuyo ejercicio a nadie le debemos
agradecimiento, y no coarta o sofoca el ejercicio profesional, la actividad docente, sino
que se aplica posibilitando al máximo el desarrollo de los mismos. En este enfoque
positivo y fructífero tenemos mucho que ver los inspectores y los directores, y seguimos
con la obligación de trasladar a toda la comunidad educativa que el servicio educativo,
en un estado democrático, se preste conforme a lo previsto en la ley, es una de las
mejores garantías para todos sus protagonistas.
Inspectores y Directores pasan muchas reuniones estudiando y analizando la
aplicación de normas, instrucciones y resoluciones. De ellas quiero subrayar la enorme
importancia que tienen para el funcionamiento del sistema educativo. Son una
institución, aunque no aparezcan en ninguna parte, hoy día, en que se forma una
comisión para los asuntos más inverosímiles. En esas reuniones se mastican y se
digieren las directrices del alto estado mayor antes de que pasen a la tropa. Allí se
discute cómo se aplican, de qué forma se adaptan a la singularidad de cada realidad,
cuánta importancia real se le deben dar, y en el marco contextual de todos los directores,
cada uno toma conciencia de su papel en una organización amplia, como pieza de un
sistema, y no como un elemento aislado. Respecto a los directores, el inspector cumple
otra función de gran importancia: es el que conecta a unos con otros, el que facilita el
tránsito de la información, el que plantea y aborda los problemas en ámbitos más
amplios que el correspondiente a un centro singular. Un problema o un asunto difícil en
el marco cooperativo de las reuniones de directores ya no es algo que concierna a un
solo centro. El director al que se le presenta ve qué relevancia ha tomado en los demás,
cómo se ha abordado desde otros contextos, qué alternativas han ido surgiendo respecto
conforme este se presentaba. Por ello, es muy importante el papel del inspector en
formar y hacer operativa esta “comunidad de directores” o de otros cargos. No se trata
de dictar la aplicación de una norma, sino de ver colectivamente la mejor manera de
llevarla a cabo. No se trata de tomar medidas aisladas, sino de que sean muchas cabezas,
muchos ojos, los que analicen, piensen y aconsejen. Las reuniones inspector-directores
son el gran remedio para la soledad y las difíciles decisiones que se han de tomar en
muchas ocasiones. Y que en las redes de conocimiento, de información, de consejo que
establezcamos está gran parte del poder transformador que tienen nuestros cargos. Y
también por razones prácticas. Es verdad que siempre un gato puede a un ratón, pero,
¿ocurre lo mismo cuando lo que hay son cien ratones?
La puesta en común de nuestros entendimientos, de nuestras inteligencias, es una
buena respuesta a la trascendencia del trabajo que se tiene por delante. Tal vez, por estar
tan dentro de él, no nos demos cuenta del gran significado social que alcanza. A veces,
una anécdota insignificante te hace reflexionar y volver a poner en su lugar lo que es
importante. El otro día, tomando café, fui testigo involuntario de lo que una humilde
limpiadora rasa de un centro comercial le decía a otra compañera. Puse el oído porque,
además de que estaban muy cerca, me di cuenta de que hablaban de escuelas. Su chico
iba muy bien, aprendía mucho y estaban en su casa muy esperanzados. Oyéndola, me di
cuenta de hasta qué punto “ese ir bien” en la escuela suponía un orgullo que le aliviaba
de algunas humillaciones, una esperanza que le hacía ver la realidad de otra manera,
como de un tránsito con salida, y, sobre todo, hasta qué punto daba sentido y significado
al sacrificio, a la poco airosa y desagradable tarea a la que se enfrentaba todos los días.
¿Cuánta gente hay así? Es tremendo el potencial social de nuestro trabajo, es enorme su
gran trascendencia. Esa es la razón última para que ambas figuras se ayuden
mutuamente."

1 comentario:

  1. Dice el artículo: "Inspectores y Directores pasan muchas reuniones estudiando y analizando la aplicación de normas, instrucciones y resoluciones". Habría que ver si en nuestra comunidad (CA Illes Balears)existe ese "modus operandi". No me suena y he sido director algunos años. Hay que reflexionarlo.

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